"Kassel no invita a la lógica". Enrique Vila-Matas Subrayadas (36)

16/4/14

"Kassel no invita a la lógica" (Seix Barral, 2014), de Enrique Vila-Matas.

"Mientras la miraba, no pude ocultar un lamento interior, que de una manera intuitiva ella, en plena juventud, captó; supo que a mí me ocurría algo relacionado con la edad, el hondo abatimiento y la pena de las cosas".

"Desear a las mujeres burras exige ser comprensivo".

"...las tardes y sobre todo las noches, en cambio, solo me conducían al malestar en cuanto que me resultaban graves y amargas como el propio arte de la memoria, ese arte que solo traía el recuerdo tenaz del pasado y que era terrible aliado del rencor y de la melancolía".

"Dicen que nadie va dormido camino del cadalso".

"Me zambullí en Propósitos para cuando llegue a viejo, texto a la manera de Jonathan Swift. Apenas me desvié del original: 'No casarme con una mujer joven. No ser malhumorado, ni taciturno, ni desconfiado. No prodigarme en consejos ni abrumar a nadie, excepto a aquellos que me lo pidan. No ser demasiado severo con los jóvenes, sino mostrar indulgencia con sus locuras juveniles y sus flaquezas. No ser categórico ni terco. No empeñarme en cumplir todas estas reglas, no vaya a ser que al final no observe ninguna'".

"La soledad radical nos lleva a algunos a una angustia tal que nos hace desear que exista algo más que exclusivamente esa angustia que nos produce el mundo, tal vez algo que aún no conozcamos y que tenemos a toda costa que buscar".

"Chesterton decía que había una cosa que daba esplendor a cuanto existía, y era la ilusión de encontrar algo a la vuelta de la esquina".

"En el tablón que coronaba la parte superior del caballete podía leerse la inscripción en la tumba de un gran genio ya casi olvidado, Martinus von Biberach: 'Vengo de no sé dónde, / soy no sé quién, / muero no sé cuándo, / voy a no sé dónde; / me asombro de estar tan alegre'".

"No debía en absoluto preocuparme la posibilidad de aburrimiento, pensé, pues si quería estar bien ocupado toda la noche me bastaba con preguntarme, por ejemplo, a qué clase de cosas se dedicaba Dios antes de crear el mundo".

"En lo más recóndito de nuestras cabezas, estaba la enorme trastienda cerebral, bestial, animal, territorial, cargada de miedos, de irracionalidades, de instintos asesinos. Por eso habíamos inventado la Razón, para contraponerla al gran embrollo del vacío general, tan letal".

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